miércoles, 30 de septiembre de 2009

Hola; ¿Qué haces?

...nada aquí sentado,
en una plaza  de lo que nos queda de España.

Escucho a una guitarra apalear 
unas torpes estrofas,
de cantautor, que contra su pecho
imagina pareados imposibles.

Dos gorriones revoltosos 
se enredan con los cansados rayos de sol,
que resbalan sobre hojas agotas,
después de dura jornada.

y dos adolescentes de cuarenta años,
-de los de nuestra época- que torpemente.
engatusan con sus hazañas
a alguna mujer separada.

Nada aquí, sobre una silla de falso plástico
teniendo cuidado de que su publicidad 
no se me clave en la espalda,
la postura no es cómoda, pero es lacia.

Y miro la taza, teñida de pringue a café,
repaso sus bordes con calma, y dosifico los sorbos
sin por ello dejar de oír el mar de coches
bramando a mi espalda.

A pesar de las hojas doradas,
nos sisaron el otoño,
nos robaron la calma,
y mañana, tampoco nada.

Y dos que se conocieron por chat
en entrecortada charla,
gastaron tantas palabras ya,
que el incomodo silencio los abarca.

Nada aquí, mirando al tiempo a la cara,
en un desafiante pulso ka no vale para nada,
pero algo hay que hacer,
cuando el trabajo falta.

Y niños sentados, separados por padres
que con sus bip, bip, bip, menean las piernas
y como flecos que cuelgan a los bocadillos acompañan,
pero ya no juegan, ni corren ni se enfadan.

La paloma coja, el perro esperpento
y su dueña estirada. El barrendero vago,
la fuente extraña, las pintadas donde siempre
y las niñas con escotes amenazan.

Veinte casa vacías rodean la explana,
sin claveles ni bicis en sus barrotes.
Sin cortinas ondulantes, sin calor, sin nada.
Solo una persiana estándar, sucia bajada.

Nada aquí, soñando con infancias gastadas,
carreras al que te pillo, y murmullos pasados, 
de pelotas, combas, chapas,
y chorizo por etapas.

Don Celes jugando al mus,
mesas de hierro que aguantaban,
charlas en alto, animadas.
Las radios sonando a cartón en cada ventana.

El eterno mantel de doña Paca,
las sillas de mimbre y limonada.
las hojas sonando bien fuerte,
avisando que la estación se acaba.

Pago mi café y me marcho,
de propina, nada. En la pinza de las vueltas
solo leo palabras que no dicen nada:
"gracias por su visita, vuelva pronto"
como si vuelta alegrase algo la plaza.

© No me importa que copies mis palabras; la mala leche o el cariño con las que nacen me pertenece solo a mi. 2009

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