martes, 8 de septiembre de 2009

Una rara habilidad

Tengo una rara habilidad que herede de mis antepasados. Digo “rara” porque ahora casi nadie de mi pueblo sabe utilizarla. A mi tampoco me fue fácil adquirirla, ya que solo mi abuelo y otra persona anciana podían enseñarla. Después de muchos años de trabajo y guiado por sus antiguas enseñanzas lo conseguí y ahora la utilizo con toda normalidad.

Antiguamente –según me contaban- todos poseían la capacidad del vuelo. Igual que yo ahora, los demás se desplazaban a lugares lejanos, observaban lo que veían y lo relataban en largas reuniones cuando el tercer sol se escondía a la luz de las plantas iridiscentes que todos cultivamos en nuestros huertos.

Los ancianos escuchaban los relatos y eran los últimos en hablar. Todos estábamos fascinados con lo que se narraban, pero a veces ni los que habían hecho el vuelo eran capaces de entender lo que veían en sus viajes, de ahí la importancia de que estuviesen los mayores; ellos eran mucho más experimentados. Habían volado mucho más tiempo y conocían lugares mucho más remotos de nuestro cielo. Cuando ellos tomaban la palabra nadie osaba interrumpirles, sus explicaciones eran para mi (un niño), casi tan fascinantes como los relatos y las increíbles cosas que nos explicaban crearon en mi la necesidad de volar cuando fuese adulto.

Hoy desgraciadamente puedo hacerlo, pero ya no hay ancianos en mi pueblo que me expliquen lo que veo. Mi cultura fue exterminada hace unas generaciones por un pueblo guerrero que vino de las montañas azules. Ya quedamos pocos de mi raza y, los que sobrevivimos andamos desperdigados por este mundo.

No obstante os contaré mi último vuelo por si alguien pudiera explicármelo:

“Me encontraba en una gran ciudad con un único sol que ya estaba bajo, tan bajo que parecía que incendiaria en unos minutos los techos de las cuadradas cabañas que, apiladas una encima de otra daban refugio a aquellos seres humanos.

Se lo que es una ciudad, un automóvil y todas estas cosas porque se las oi contar a los ancianos en alguna ocasión.

Yo estaba parado sobre una gran avenida, a mi izquierda un gran bloque de cabañas y por debajo de este una amplia acera con cintas transporta-humanos. Las de mi lado iban para adelante, las del otro lado de la calle regresaban y para pasar de unas a otras (por si alguien quería regresar) había otras que detenían el tráfico y cruzaban la ancha vía de automóviles.

Yo estaba estático flotando sobre las personas que eran arrastradas por las cintas. Gracias a mi invisibilidad, podía estar tanto tiempo como precisase en un lugar para observar bien y luego cambiar a otro casi a la velocidad del pensamiento. Me fui intrigado a un callejón lateral. Allí vi a una persona recostada en unos cartones mientras rebañaba algo que era alimento y miraba al suelo. Todo lo hacia despacio y eso me llamo la atención. Es como si dominase el tiempo de alrededor, hasta su masticar era pausado.

Si miraba uno hacia fuera del callejón todo cambiaba. Las paredes forman un cañón plano que desembocaban en la avenida que vi antes. La luz anaranjada de aquel sol, recortaba las siluetas inmóviles de las otras personas que se movían a distintas velocidades dependiendo de la de su cinta trasportadora, unas más rápido y otras mas pausadamente.

Regrese a la avenida para saber más de ellos. Cada uno iba en una distinta, todas iban en sentido paralelo y tenían el ancho de una persona. Eran de un color metálico sucio y cada una emitía un leve zumbido que, si bien por separado no era muy intenso, al sumarse al de las otras, junto con las del trafico en -ambas direcciones- daba como resultado un sonido casi ensordecedor, pero que a ellos no parecía importarles, y me imagino que captarían los sonidos.

Afortunadamente en mi pueblo podemos cerrar las extremidades de oír y así lo hice, fue un alivio. Esto me permitiría centrarme mas en sus pensamientos y conocer un poco mejor e esas personas. Me concentré una mujer que movía nerviosamente la pierna y miraba muchas veces una moneda plana que llevaba en su brazo. Al parecer quería ver a otra persona, pero solo pensaba y se repetía: llegaré tarde, llegaré tarde. Su cinta iba bastante rápido.

A su lado una prostituta (también me explicaron lo que era eso), en cambio iva mas tranquila y pensando en abrigos de pieles de animales y piedras para adornarse. Mas cerca un hombre joven con unos libros, a los que no debía de querer mucho, ya que los llevaba con muy poco respeto, estaba imaginando a otra mujer joven a la que seguramente  conocería por la expresión de su cara, creo que era el único feliz. El hombre de su lado en cambio, parecía enfermo portaba una pequeña maleta negra y su energía era muy poca, su cara estaba agarrotada y desprendía odio pero no supe hacia quien, yo diría que al resto pero eso no lo entendí.

De repente apareció otro en sentido contrario que agitaba sus brazos y gritaba, bueno aquí todos gritaban bastante pero no tanto como el. Abrí una de mis extremidades de oír y le preste atención “bajaros de las cintas, usar vuestras piernas. Pero no veis que os manipulan”. Y lo repetía una y otra vez. Su cara era como de miedo e ira mezclados. Uno junto a el levanto la cara de un papel blanco con letras pequeñas por un instante y luego siguió leyendo aquello.

Me fije que nadie se chocaba con el, que se apartaban temporalmente de su camino y luego las cintas se alineaban paralelamente de nuevo para seguir su marcha como antes.

Dos guerreros llegaron, lo apresaron y lo metieron en un coche; supongo que lo eran porque llevaban una especie de espada corta y vestían exactamente igual.

Muchas de las cintas se desviaban a la derecha pero otras muchas se hundían en una cueva (también cuadrada)  y metían en el a las personas. Se paraban en una especie de muelles para barcos y allí los dejaban todos en fila. Eran tantos que pensé que si entraban mas los de la primera fila caerían abajo. Pero esto no paso.

De la cueva salio una luz y luego un objeto metálico que luego supuse que era un tren. Pero no sabia que estos iban por cuevas también. Abrió sus puertas por un instante, y todos se empujaron unos a otros a su interior.

Esto me intrigo mucho. Todas esas personas que no se tocaban, que iban cada uno en una cinta separados del resto ahora estaban apretadas unos contra otros de tal forma que ni la hoja de un árbol cabría entre ellos. Tenia que saber que pensaban.

Me fije en uno que miraba hacia el techo. Vaya, parece ser que tendría que visitar al chaman pronto, su energía era muy poca y de alguien que perdió el equilibrio entre la vida y la muerte. A su lado dos jóvenes un varón y una hembra en cambio parecían disfrutar. Este la acariciaba tímidamente mientras miraba para otro lado, ella tampoco lo miraba y me quede perplejo. Es normal que dos jóvenes se acaricien, pero se miran a los ojos en mi pueblo. ¿No se conocerían?, y si es así ¿porque le acariciaba a ella?. La verdad es que nadie se habría enterado de estas caricias furtivas si no tuviese una posición tan buena como la que yo tenía.

En otro de los vagones en cambio una mujer estaba muy enfadada por que alguien la había acariciado sin permiso. Murmuraba cosas su cara demostraba claramente su enfado. A su lado en cambio otro sujeta un libro sobre su cabeza (delante de el no le cabía) y leía sin hacer ningún caso a la mujer enfadada. Jamás vi a alguien antes leer en esta posición.

Seguí sintiendo un poco mas a las personas de aquel vagón, y aunque sus pensamientos eran muy variados predominaban los de las personas enfadadas. Algunos muy enfadados.

Probé en otro vagón, lo mismo. Y en otro, y en otro.

Cuando se detuvo el tren, salieron muchos empujándose también. Cosa que no me extraño mucho ya que muchos estaban enfadados y los que no lo estaban se dejaban empujar. Una cinta de nuevo los saco de allí. Las sombras ahora ya no eran alargadas, el periodo sin luz había llegado y miles de plantas de luz sacaban sombras en todas direcciones de cada uno de ellos. Algunos se montaron en un automóvil mas grande en el que cabían muchas personas y otros se bajaron delante de los edificios de cabañas, se metían en una caja y esta les subía a su cabaña, algunas de ellas muy arriba.

¿Que harían en su cabaña?. Como mis intenciones no eran malas se que no incumplía ninguna de las normas ancestrales del vuelo, por lo que decidí ver como vivían en su interior.

A muchos de ellos no les esperaba nadie en la cabaña, abrían una pared, la volvían a cerrar, se quitaban lo que les cubría los pies y se tiraban en una silla larga que se me antojó blanda. Luego, casi todos ellos encendían una caja con luces dentro que me intrigo. Me introduje en una de ellas para ver que era aquello.

Entonces recordé que alguien ya lo había narrado una vez, lo llamaban televisión y aunque parecía que había personas pequeñas dentro, los ancianos explicaron que se trataba solo de reflejos de las mismas, como cuando te asomas al lago. Lo que me sorprendió una vez mas es que aquellos reflejos de las cajas también estaban enfadados. En un momento la mujer, se levanto de la silla penosamente -por lo que deduje que no tenía buenos músculos- aunque no era anciana; saco una cajita de otra caja con luz blanca y la metió de nuevo en otra caja más pequeña de luz amarilla. Saco agua de un tubo, la echo en un baso extraño, abrió de nuevo la caja mas pequeña de luz amarilla y se marcho otra vez a la silla. La cajita parecía contener algún tipo de alimento, y ahora estaba caliente. Miraba la caja de reflejos y comía, miraba y comía. Como todo esto me parecía aburrido me metí en otra y me di cuenta de algo; ¡!las cabañas no estaban comunicadas¡¡, ¿Cómo se hablarían con los de la cabaña de al lado?, bueno tendrían otra pared que se abriría cuando quisiesen hacerlo, supuse.

En la otra cabaña había niños, pero estaban encerrados con sus cajas de reflejos, y los que parecían sus padres se gritaban enfadados en la parte mayor de la cabaña, también tenían caja de imágenes, pero no la miraban.

Pase a otra, y luego a otra. Casi todas iguales por dentro ¿es que aquí no se hacía cada uno su propia cabaña?. Imaginé que para ponerlas unas encima de otras habrían necesitado de la ayuda de los vecinos, entonces, ¿Por qué no se juntaban con ellos?, ni siquiera vi a uno de ellos hablando con el de la cabaña de al lado. También me fije que en todas ellas había una o más de esas cajas de imágenes y otras más pequeñas y blancas con letras. Todos se ponían delante de alguna de ellas y las miraban o daban con los dedos encima de cuadraditos pequeños; en estas últimas, había menos reflejos de personas y más letras.

No entendía casi nada y empezaba a estar cansado. Había visto muchas cosas y casi ninguna de ellas tenia mucho sentido para mi. En mi viaje de vuelta a mi hogar, seguía rondándome por mi mente una pregunta: ¿Qué clase de pueblo esta todo el día solo sobe una cinta, y cuando no hay luz y vuelven a su cabaña o siguen enfadados y se gritan, o miran una caja con luces y no hablan entre ellos?.

Me pareció un pueblo muy triste.”

¿Vosotros podéis explicarme algo?. Ya no hay personas mayores en mi tribu para hacerlo.


© No me importa que copies mis palabras, la mala leche o el amor con las que nacen, me pertenece sólo a mi. 2009

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